Actualizado Jueves, 31 agosto 2023 – 00:05
El cineasta e historiador de cine reflexiona sobre uno de los directores más influyentes de la historia en el documental ‘Mi nombre es Hitchcock’
Alfred Hitchcock literalmente no se acaba nunca. En lo que va desde prácticamente el nacimiento del cine a su despedida en 1976, desde su debut con Número 13 en 1922 a su adiós con La trama, el director nacido en Leytonstone ha sido, de forma no necesariamente correlativa, ignorado por demasiado popular y reivindicado como visionario; acusado de demagogo manipulador a la vez que señalado como el más genuino de los creadores; despreciado por misógino y alabado por ser el primero en comprender de manera genuina el papel de la mujer por venir.
Todo se ha escrito de Hitchcock y, sin embargo, basta acercarse al documental recién estrenado Mi nombre es Hitchcock para caer en la cuenta de que todo es poco, apenas nada. El cineasta e historiador Mark Cousins, responsable de documentales ya imprescindibles como Women Make Film o The Story of Film: An Odyssey, ofrece una nueva mirada sobre el director para explorar en seis capítulos (Huida, Deseo, Soledad, Tiempo, Completitud y Altura) el límite exacto de su eternidad. Tal cual.
“En realidad”, comienza Cousins, “yo mismo me vi sobrepasado ante la idea de decir algo nuevo sobre Hitchcock. Mi productor me invitó a hacer una película que conmemorara el aniversario de su primera película y me quedé en blanco. Así que, aprovechando el encierro de la pandemia, decidí volver a ver las más de 50 películas que realizó a lo largo de su vida para explorar posibles conexiones nuevas entre ellas. Fue como volver a casa, regresar al autor que tanto hizo por mi amor al cine. Una vez hecho esto, se trataba de darle la palabra”. Y así es.
En la película, Hitchcock se explica a sí mismo y, por difícil que resulte de asimilar, habla en primera persona. En verdad, no es exactamente él. El actor Alistair McGowan es el que presta su voz en un registro sorprendentemente idéntico. “Me lo planteé como un juego. Es como si le trajéramos de entre los muertos, pero no con una intención sacrílega sino todo lo contrario. Nada de lo que dice en la película lo dijo él nunca, pero todo tiene sentido. La audiencia lo sabe, pero admite el truco”, explica en su afán por enseñar las tripas del mecanismo que mueve la película.
Dice Cousins que le interesaba sobre todo ofrecer al espectador su humanidad, su carisma, su devoción por el ser humano. Y solo por eso, la película entra en polémica con toda la literatura que le dibuja como un director tiránico, déspota y hasta cruel con las mujeres. “Soy consciente de que muchos estudios feministas desafían su mirada sobre el mundo. Y como feminista yo mismo, me llevó tiempo recuperar todos estos escritos. Pienso en, por ejemplo, en los textos pioneros de Laura Mulvey. Otras feministas, en cambio, le defienden. Y es aquí cuando se impone ir a los datos. Pese a todo lo que se ha especulado, solo Tippi Hedren le acusó. Ingrid Bergman, Carole Lombard o Janet Leigh le adoraban. Sí, es un asunto que apasiona, pero no está bien repetir rumores sin fundamento. Hitchcock no era un monstruo misógino”, zanja por aquello de despejar dudas.
Lo que sí es cierto, más allá de las especulaciones que uno pueda alegremente extraer de su filmografía, es que la citada Tippi Hedren dejó poco espacio para las dudas. A Grace Kelly la estranguló hasta la muerte en Crimen perfecto a la vez que la hizo caminar hacia el vacío en La ventana indiscreta; a Leigh, más explícito aún, literalmente la descuartizó en Psicosis; a Joan Fontain, siempre resignada, la sometió a maltrato psicológico en Rebeca para obligarla acto seguido a beberse de un trago un vaso de leche presuntamente envenenado en Sospecha; e Ingrid Bergman, ajena a su propia suerte, se vio condenada por el espía Cary Grant a arrojarse en los brazos del nazi y naturalmente perverso Claude Rains en Encadenados.
El caso de Hedren escapa a la ficción y a la lírica. Cuenta el biógrafo Donald Spoto que tanto Ron Taylor como Sean Connery, sus compañeros respectivamente en Los pájaros y en Marnie la ladrona, recibieron una única advertencia: “No se la puede tocar”. Solo Hitchcock estaba autorizado por él mismo, que no por Hedren, a hacerlo. Y si él no podía, nadie podía. Y así hasta que la impotencia se transformó en crueldad. Fue el propio director el que decidió sustituir los inofensivos ingenios mecánicos originales por pájaros de verdad en determinadas escenas de la cinta. Precisamente aquellas protagonizadas por Hedren. “Acabé literalmente cubierta de mierda”, declaró en su momento la actriz Jessica Tandy (la madre de Taylor en la película). Fue idea de Hitchcock cubrir el cuerpo de ‘su rubia’ con cintas de goma para sujetar las patas de los cada vez más excitados animales. Hasta que uno de los bichos, directamente, casi le arranca un ojo.
“Todo eso es cierto”, admite Cousins. “La pregunta es por qué hizo lo que hizo con Hedren. ¿Era una misógino contumaz o lo hizo porque creía que él la había creado? Sinceramente, y aunque esto no lo disculpe, creo que fue por lo segundo. Él sentía realmente que ella era una creación suya: le dio publicidad, le enseñó cómo vestirse, cómo caminar, cómo actuar… Y el trato atroz hacia ella proviene de esto más que de cualquier tipo de misoginia profunda. Esa es mi opinión personal”, comenta y sigue: “Hasta la citada crítica Mulvey ha acabado por cambiar de opinión. En Hitchcock es inapropiado hablar de una mirada masculina o femenina. Almodóvar, que es un gran hitchcockiano, no podría encajar en esta clasificación. Creo más apropiado hablar de una mirada andrógina y las películas de Hitchcock, estoy convencido, lucen esa mirada”.
Sea como sea, y por volver al origen del proyecto, lo que importa es la inmortalidad, la eternidad de un cine y una voz (da igual que para la ocasión sea la de un actor) cuyas huellas son fácilmente rastreables en el cine contemporáneo. “Cuando miras las películas de Hitchcock es como cuando contemplas un cuadro deTitle: “Mark Cousins’ Documentary ‘Mi nombre es Hitchcock’ Explores the Eternal Legacy of Alfred Hitchcock”
Date: August 31, 2023
Renowned filmmaker and film historian Mark Cousins has delved into the life and work of one of the most influential directors in history, Alfred Hitchcock, in his latest documentary titled “Mi nombre es Hitchcock” (My Name is Hitchcock). The six-part documentary offers a fresh perspective on the director, exploring the boundaries of his eternal legacy.
Cousins admits that he initially struggled to find something new to say about Hitchcock. However, during the pandemic lockdown, he revisited the more than 50 films the director made throughout his career, searching for new connections between them. Cousins explains, “It was like coming home, returning to the author who did so much for my love of cinema. Once that was done, it was about giving him a voice.”
In the documentary, Hitchcock himself speaks, albeit through the voice of actor Alistair McGowan, whose voice bears a striking resemblance to the director’s. Cousins describes this as a playful approach, bringing Hitchcock back from the dead in a non-sacrilegious manner. The audience is aware of the trick, but it adds to the overall experience.
Cousins aimed to showcase Hitchcock’s humanity, charisma, and devotion to the human experience. In doing so, the documentary challenges the literature that portrays him as a tyrannical and misogynistic director. Cousins acknowledges the feminist critique of Hitchcock’s worldview but emphasizes the need to examine the facts. He points out that only Tippi Hedren accused Hitchcock of mistreatment, while actresses such as Ingrid Bergman, Carole Lombard, and Janet Leigh adored him. Cousins concludes, “Hitchcock was not a misogynistic monster.”
However, the case of Tippi Hedren stands apart from the speculation surrounding Hitchcock’s treatment of women in his films. According to biographer Donald Spoto, Hedren was subjected to cruel treatment during the filming of ”The Birds” and “Marnie.” Only Hitchcock himself was allowed to touch her, and he even replaced mechanical birds with real ones in scenes involving Hedren, resulting in her being covered in bird droppings and nearly losing an eye.
Cousins acknowledges the truth behind these incidents but questions Hitchcock’s motives. He suggests that Hitchcock saw Hedren as his creation and believed he had the right to control her. Cousins believes this mistreatment stemmed more from a possessive mindset than deep-seated misogyny. He argues that Hitchcock’s films defy categorization as having a strictly male or female gaze, instead suggesting an androgynous perspective.
Ultimately, the documentary highlights the immortality and enduring influence of Hitchcock’s films. Cousins compares watching Hitchcock’s movies to admiring a Leonardo da Vinci painting, emphasizing the timeless nature of his discoveries. Hitchcock’s focus on objects rather than psychology, his profound sense of perspective, and his unique vision of the world through the camera can be seen in the works of contemporary filmmakers like Pedro Almodóvar and Bong Joon-ho.
In conclusion, “Mi nombre es Hitchcock” reveals that the legacy of Alfred Hitchcock continues to captivate audiences, proving that his impact on cinema is everlasting.
¿Cómo aborda el documental “Mi nombre es Hitchcock” la temática de la representación de género en las películas de Hitchcock?
La despellejó en Psicosis. Todos esos actos de violencia hacia las mujeres en sus películas han generado debates y reflexiones sobre la mirada y representación de género en el cine.
Pero más allá de eso, Mi nombre es Hitchcock se centra en la genialidad del director y su influencia en la historia del cine. Cousins nos muestra cómo Hitchcock era capaz de crear tensión, suspense y emoción en cada una de sus obras. Nos enseña su forma única de contar historias a través de la cámara, sus innovadoras técnicas cinematográficas y su obsesión por los detalles.
El documental también examina la relación de Hitchcock con las actrices, destacando su colaboración con musas como Grace Kelly e Ingrid Bergman. Cousins argumenta que Hitchcock fue capaz de retratar a las mujeres de una manera compleja y fascinante, alejándose de los estereotipos y dándoles personajes fuertes y con agencia.
En definitiva, Mi nombre es Hitchcock es un tributo al legado del director y una oportunidad para conocer más sobre su vida y su trabajo. Es una reflexión sobre su grandeza y su controvertida figura en la historia del cine. Mark Cousins ha logrado ofrecernos una mirada fresca y reveladora sobre este icono del séptimo arte.
I can’t wait to dive into the mind of the master of suspense in this documentary!